EL FUTURO QUE QUEREMOS CONSTRUIR
¿Cuál es el futuro que queremos construir?
¿Cómo lo haremos?
¿Cuál es nuestra condición interior para producir los cambios que queremos?
Hoy enfrentamos las tres preguntas. La primera nos exige visualizar los que queremos producir como RESULTADOS, es decir, cual es el futuro que queremos producir. Y cómo no tenemos tan claro este futuro que emerge, se nos hace difícil contestar la segunda pregunta, que es cómo lo queremos hacer.
Las crisis sociales, económicas y sanitarias que estamos teniendo, me hacen decir que este futuro emergente, no está tan claro, ya que sería muy arrogante el predecir hacia donde irán las corrientes del actual sistema, los poderes, los liderazgos y cuáles serán los dolores más sentidos por la gente. ¿Qué será lo que prevalecerá, el ser humano o la economía?, lo pongo como ejemplo, ya que en estos días es una conversación habitual.
Podemos atisbar, intuir, lo que vendrá, y según nuestra predisposición hacia el optimismo o hacia el pesimismo, serán los cristales del lente con el que miraremos el futuro. Así podrán aparecer días con tormentas o días soleados.
Cuando hablo de tener alguna claridad, me refiero a cuestiones concretas sobre la forma de operar que queremos tener en la sociedad. A veces se supone que al hablar de valores está claro en lo concreto, las acciones que hay que tomar. Ya sabemos que esto no ocurre así. Podemos estar de acuerdo que tenemos que estar en unidad, colaboración, inclusión, empatía, apertura, integridad, transparencia, amor, quizá nadie se opondría a todos esos términos que expresan valores, sin embargo, en la práctica las soluciones en pro de todos esos valores pueden ser muy distintas, y terminan siendo no representativas de lo que se quería lograr.
Declarar estos valores ayuda a tener un marco inicial para construir, pero no asegura que los resultados serán los deseados. Este fenómeno lo vemos en las empresas, con sus declaraciones de valores y propósito, que no bastan para alcanzar los resultados deseados. Ni hablar del proceso que las empresas tienen para llegar a estas declaraciones valóricas, ya que en la mayoría de los casos tienen escasa participación de los trabajadores.
Por otra parte, los liderazgos han cambiado en el mundo. Estados Unidos se ha retirado o al menos intenta hacerlo en algunos temas que conllevan solidaridad, ayuda. Surgen los países asiáticos y europeos, en actos de colaboración ante la epidemia del corona virus.
Ante la pandemia, se rechazan los liderazgos demostrados por gobernantes de distintos países que niegan el contagio, no tienen transparencia en la información, continúan gestionando el problema de salud como si fuera un bien transable en el mercado, que anteponen lo económico sobre lo humano.
El liderazgo tan preciado de los líderes que hablaban fuerte, con convicción y sin dudas, hoy ya no es valorado. Preferimos escuchar que se expresen con honestidad, con calidez, con las mismas incertidumbres, y aflicciones que nosotros sentimos. Porque como dice Leonardo Boff, "No hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O nos salvamos todos, o perecemos todos"
Sigo con la segunda pregunta, ¿cómo es que queremos hacer estos cambios para producir el futuro que queremos?
Lo que estamos viviendo con las crisis globales, nos hace aprender con rapidez. O me quedaré en el camino, no sobreviviré. Necesitamos nuevas competencias para hacernos cargo. Este futuro demanda pensarlo como sistema de inmediato. Ya no podemos mirar el sistema económico sin mirar como impacta en la salud, en el trabajo, en las jubilaciones, por ejemplo. No podemos mirar la calidad de la educación si no consideramos los aspectos anteriores y sin hacernos la pregunta ¿para qué que queremos educar? ¿Cuál es la educación que necesitamos para este futuro de día nublado? Todo está interconectado, el aleteo de las alas de la mariposa puede producir una tormenta al otro lado del planeta.
La mirada Sistémica considera al individuo en interacción permanente y evolutiva con el sistema que integra, siempre está en una red de personas y relaciones. A no ser que te aísles en el bosque y no quieras saber del mundo. Para tener Humanidad se requiere convivir con la otredad.
Entender esta interconexión de las partes, que siempre hay repercusiones de mis acciones, siempre impacto con lo que hago o no hago. Puedo ver lo que provoco, o no verlo. Si lo veo, puedo hacerme cargo de las consecuencias de mis actos. Esta capacidad de mirar el sistema, le hemos llamado "visión sistémica".
Si bien ya muchas organizaciones privadas y públicas comenzaban a considerar (no necesariamente integrar) a los stakeholders, cuestión que exige "mirar el sistema", definitivamente no es una competencia que tengamos bien desarrollada. Nos cuesta "mirar el campo social", es una práctica que el virus nos ha hecho practicar, ya vemos los resultados de la incapacidad de ver o no ver las interconexiones.
De hecho, el virus, nos ha ayudado a desarrollar la habilidad de "ver al otro/a", ya que, para no tocarlo, tengo que necesariamente verlo antes. El sistema en que vivíamos hasta hace poco borraba al otro/a, exacerbando el éxito individual, y la competencia entre los seres humanos.
"Creemos
que podemos pasar sin los demás, nos halaga sentirnos independientes." Dice
Fernando Savater, filósofo español contemporáneo, ironizando sobre el
individualismo. Y la frase célebre de Byung Chul Han, también filósofo
coreano-alemán, "Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose".
Relevando de cómo nos hemos comprado el modelo capitalista, del trabajo y la
vida misma, de esta forma somos explotadores del sí mismo. Y nos enfermamos,
por el imperativo del logro. Todo se puede, "querer es poder", y "tú puedes", y
no agregamos que siempre será con otros/as. Es que el orgullo estaría en
hacerlo solo/a.
La visión sistémica, no es la única competencia por desarrollar, otra de las competencias a desarrollar será el vivir con el cambio, pero con cambios exponenciales.
Si les preguntara sobre el viejo cuento de los granos de trigo, apostaría que nadie daría con la respuesta, que nos resulta fuera de nuestras dimensiones matemáticas. El Coronavirus nos está enseñando dramáticamente sobre la habilidad de lidiar con lo exponencial.
Para seguir contestando el "Cómo", tenemos que continuar con el proceso y mirar lo que llamamos "condición interior, la fuente, el ser".
Finalmente, nos queda la última pregunta ¿Cuál es nuestra condición interior para producir los cambios que queremos? También recurro a una frase de Savater, "La duda no es un estado demasiado agradable, pero la certeza es un estado ridículo."
Aquí sólo tengo dudas, sensaciones, emociones para intentar contestar esta pregunta. Cuando hablo de "condición interior", no se trata del páncreas, ni de los niveles de glicemia, colesterol, se trata de un simple y complejo ejercicio de introspección, reflexión y preguntas. Se trata de identificar cuáles son nuestros paradigmas, creencias, emociones, valores, motivaciones.[1]
O sea, hacer una pausa donde nos hacemos preguntas. Es simple porque sólo requiere algo de tiempo, aislarse, práctica común hoy en día, sin interferencias, quietud, silencio. Esta es la parte fácil, porque ya anticipamos que lo complejo o difícil viene después con las preguntas. Algunos ejemplos de preguntas:
- ¿Qué es lo que más me importa, valoro en la vida?
- ¿Qué me motiva, me mueve?
- ¿Si fuera diez veces más valiente que haría?
- ¿Cuáles son mis habilidades, destrezas donde me luzco?
- ¿Qué quisiera cambiar de mis prácticas?
- ¿Qué me molesta, qué me agrada?
- ¿A quién sirvo?
- ¿Quién estoy siendo?
Esta pausa puede comenzar sin preguntas, dejando que ellas emerjan solas, dejando que las conversaciones aparezcan sin invitación. Puede usar las "técnicas" del mindfulness, foco en la respiración, foco en la corporalidad. La variación que sugiero es una danza de redirigir la atención desde si mismo/a, hacia el entorno o campo social donde se está relacionando. Ir y venir con la atención desde el campo social al si mismo/, y luego girar la atención desde el si mismo/a al campo social, y así varias veces, manteniendo el ejercicio en calma, ojos cerrados ayudarán.
[1] Recomiendo leer sobre Dinámica Espiral de Don Beck o Ken Wilber. https://es.wikipedia.org/wiki/Din%C3%A1mica_espiral
Esta es la primera parte de la posible respuesta, porque después podrá mirarse y enfrentar el "Cómo". De ahí viene la frase "el resultado de una intervención en un sistema, depende la condición interior del que interviene".
Sabemos mucho de las cosas que hacen lo grandes líderes, de cuáles son sus acciones, pero sabemos muy poco de su "condición interior, de su ser", que los mueve a ciertas acciones y no a otras. ¿y tenemos claro como estamos con nuestra condición interior?
Como ven esta parte de la condición interior, es aún más extensa, así que seguiré en un próximo posteo. Por ahora a practicar, cerrar los ojos para "verse", atención en la respiración, en el campo social. Y cada vez que tomen una acción, decisión, verifiquen desde donde emergen.
Termino con más preguntas:
- ¿Cómo lideramos el cambio, cuando sabemos que más de lo mismo no nos dará los resultados que queremos, y cuándo nuestro entorno operativo ya no es familiar o predecible?
- ¿Cómo nos preparamos para un futuro que nos cuesta imaginar?
- ¿Cómo nos hacemos cargo de nuestros paradigmas, emociones, valores, para visualizar el futuro emergente?